domingo, 8 de mayo de 2011

Amnesia Post Mortem


19 de mayo de 2011
Cris:
¿Sigues interesada en escribir una historia sobre manicomios? He encontrado en la feria documentación sobre loqueros de mediados del siglo pasado. Es el caso de una paciente en particular, bueno, todo lo que se encontró sobre ella. Como hay muchos huecos, puedes ir escribiendo lo que tú creas que pasó y decir que los fragmentos son tuyos. ¿Sí? Pero el diez que te den lo tendrás que compartir conmigo, je je.
De todas formas, no entiendo por qué te interesas por cosas tan dramáticas.
Un beso, Papá
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Cris sonrió feliz. Qué suerte tenia de que su padre fuese biógrafo. La verdad es que no sabía muy bien de que escribir para el instituto, y después de un par de películas, ya sabía que quería presentar al concurso. Y con documentación... casi le podía perdonar a su padre que la hubiera dejado con su madrastra dos semanas mientras él se iba a Francia.
Al cabo de cinco días, el correo urgente dejó en su buzón un parte médico, dos telegramas, tres entradas de un diario, unos cuantos nombres y muchos escalofríos A los cinco días, cuando el señor Pérez llegó a casa de madrugada, se encontró en el escritorio de Cris una historia triste y fantástica, un collage literario; una biografía hecha de retales. Con una sonrisa que se le fue borrando, empezó a leerlo:
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23 de noviembre de 1947
Es frío. El frío que se siente al tocar un espejo. El frío taimado que se te cala en los huesos cuando un presentimiento aparece de repente para anunciar algo terrible. Ese frío que no deja dormir, que no deja vivir, que sencillamente no me deja. Es un intruso en mis entrañas, una avispa en mis neuronas, clavándome una pregunta en la mente: “¿Qué te ocurre?”. No lo sé. Es un secreto que quizás me lleve a la tumba, pero que aun no conozco... aunque baile por mis nervios con tacto de hielo. No sé que hago aquí. No sé quién es toda esta gente que me dice que me he dado un golpe y que mi nombre es Hellene Naiss, que vivo en Lyon y que mis padres están muy preocupados. Parece como si fuera el mundo el que se ha olvidado de mí, y no al revés. Mi nombre es Elvira Ayreis. Soy huérfana y tengo una hermana a mi cargo, Cova, a la que quiero más que a nada en el mundo. Vivo en Oviedo. Nací en 1880. Tengo 20 años. No entiendo por qué esta agenda tiene esta fecha tan extraña. Pero por si acaso, les voy a seguir la corriente a todos aquellos que me dicen que no, que la caída de la “moto” (sea lo que sea eso) me ha afectado.
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Parte médico de: Hellene Naiss
Cuadro clínico: La paciente muestra síntomas completamente anormales. Tras una severa caída de un vehículo motorizado a gran velocidad y posterior impacto contra un muro, Naiss sufrió una parada cardiaca de más de 30 segundos, para después volver a respirar. Este hecho aislado sería ya de por sí extraño, si no imposible. La enferma no sólo aún vive, si no que se recuperó de sus heridas con sorprendente velocidad, sin dejar cicatrices y alterándose le el rostro de tal forma que ahora es irreconocible, como si de otra persona se tratara. Despertó del coma en el que se hallaba sumida desde el accidente, para darnos otra sorpresa: Hellene Naiss no sólo ha olvidado toda su vida sino que habla ahora un idioma que ella desconocía (castellano) y está convencida de ser otra persona. Presenta también un sorprendente trastorno que hemos denominado “pseudo amnesia cíclica”, consistente en el olvido periódico de la vida que Naiss ha inventado. Durate 48 horas se sumerge en un profundo coma, para despertar siempre gritando en español.
Internada en el psiquiátrico de: Sant Jacques D'Occitane
Nota: Debido al interés que ha generado el caso, la licenciada Claire Nuage se acomodará en Sant Jacques con el fin de poder estudiar detenidamente a Naiss como motivo de su tesis.
Firmado, Jean-Paul Marceux
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-Hola, soy Clai..Clara -Se presentó la estudiante, poniendo cuidado de pronunciar su nombre a la española- ¿Eres nueva en... la pensión?
-Pues sí. -Hellene sonrió con amabilidad- Soy Elvira, encantada. La verdad es que ya no me esperaba encontrarme a ninguna española por aquí. -Claire dio gracias al cielo porque se hubieran acordado de ella y de que su madre era catalana cuando se decidió a quien mandar a vigilar a la enferma- .
-Claro, estamos en Francia.
-¿Sí? Que extraño, no recuerdo nada de eso... claro que parece que haya olvidado muchas cosas...
Hellene frunció el ceño mientras pensaba, y Claire la dejó sola.
25 de abril de 1948
Me está yendo mejor. Ya he hecho unas amiga. Además, voy recordando más y más cosas. De todos modos, tengo que irme cuanto antes. Estoy muy preocupada por Cova. Estaba internada en el hospital por tuberculosis, y no sé quien estará pagándole las medicinas. A lo mejor nuestros tíos nos han encontrado por fin y son ellos quienes pagan su tratamiento y esta pensión. No lo sé, pero me iré lo más rápido posible.
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Telegrama al Dr Marceux de Claire Nuage
30 de Abril
La enferma esta histérica. Habla mucho de su hermana. Presenta ansiedad. Me ha asegurado que huirá.


Telegrama a la Srta Nuage del Dr. Marceux:
2 de Mayo
Sé que Naiss ha escapado de Sant Jacques. Síguela. Infórmame de su estado en cuanto puedas.

Claire obedeció. Teniendo acceso como tenía a las entrevistas que le habían hecho a Hellene, sabía que su primer destino sería la ciudad de Oviedo, así que en lugar de seguirla, simplemente tomó el tren más rápido a Cataluña, y de ahí la ciudad.
c¿Qué estoy haciendo?»-Empezó a pensar- «¿Qué hago persiguiendo a una loca fugitiva, dejando que el Dr. Marceux me interne en un loquero? Según él para mi tesis, su segunda más bien, por cómo me está dirigiendo. Está tan obsesionado con este caso, que hasta me ha dejado de mirar con el desprecio de costumbre por ser mujer con el que me miraba. Pero aún así... Aunque nadie me hubiera pagado el viaje ni la estancia, yo seguiría a Hellene de todas formas. Primero, porque la pobrecilla es muy frágil, y en el fondo me da pena. Pero además... lo haría por demostrarle al Doctor que aunque me escogiera para estudiar a Naiss como excusa para hacerlo él, valgo más de lo que cree, y voy a demostrarle a él y al resto del hospital de que pasta estoy hecha, sea hija de una inmigrante o no.
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Claire se quedó un par de días en Oviedo, sin saber muy bien adonde ir. No tenía sentido buscar en el censo a Elvira o a Covadonga Ayreis, dado a que nunca habían existido. Sencillamente avisaría a las autoridades para que la informaran si veían a alguien que coincidiera con la descripción que había dado de Hellene. De todos modos... Claire no terminaba de estar segura sobre esto. No era racional pero... tenía una intuición respecto a si habían existido o no. Diciéndose que sólo iba a dar un paseo, la joven se dirigió al Cementerio de San Salvador, el más antiguo de Oviedo. Abierto en 1885, si de verdad había existido Cova, debía estar enterrada allí. Por eso. Claire no se sorprendió demasiado cuando encontró a Hellene desmayada en la zona más antigua del cementerio. Su diario estaba junto a ella, apoyado en la lápida que rezaba:
Covadonga Ayreis Fernández, huérfana de padre y madre, fallecida en 1890 a la edad de 15 inviernos. Sus desconsolados tíos Marcos Gutiérrez e Isabel Ayreis ruegan una oración por su alma.
Completamente alucinada, Claire hojeó el diario hasta la última entrada. No se preguntó como había podido llegar antes que ella sin dinero ni ayuda, porque ya había visto lo extrañas que llegaban a ser las habilidades de Hellene. La entrada leía:
10 de mayo:
Al final lo he recordado todo. Covadonga murió de tisis en el hospital la misma noche que encontré a tía Isa, quien con su dinero hubiera podido pagarla un tratamiento mejor. Ahora recuerdo cómo se desdibujaba todo, y yo corría y gritaba, y ya nada era como debía ser... Salvo los acantilados del Cantábrico, y mi vuelo hacia las rocas... mis huesos crujiendo... Y como, después de eso, vi luz... y gente... gente llamando a Hellene. ¿Qué pasaría con esa pobre desgraciada, si yo me quedé su vida? No lo quiero saber. No quiero ser un monstruo.

Claire se dio cuenta entonces, horrorizada, de que no oía otra respiración aparte de la suya. Se volvió hacia Elvira, sabiendo bien lo que iba a encontrar. Fría toda ella y su pecho silencioso, perfumada a almendras amargas. A la licenciada Nuage se le escapó una lágrima mientras pensaba como le iba a explicar esto al Dr. Marceux.
Fin
-¿ Qué te parece, papá? -Preguntó Cris a su padre la mañana siguiente- ¿ Está bien? La verdad es que me he inventado mucho, pero es que... se me ocurría así.
-Mira cariño, es una historia muy buena, pero deberías dejar de ver esas películas que ves. Te estás volviendo demasiado macabra.
-Pero...
-No hay peros que valgan, niña -Ladró su madrastra inmediatamente.
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Esa noche, la policía llamó al señor Pérez para avisarle que su hija había tenido un accidente al caerse de la moto de su novio, y que se encontraba grave. Llegó al hospital pálido y nervioso, y tras oír que a Cris se le había parado el corazón durante unos momentos, una sospecha se adueñó de su cabeza. No mencionaron su recuperación milagrosa ni los cambios en su aspecto, pero no hizo falta. Su hija se acababa de despertar de un coma, le dijeron, y podía verla. Lucas Pérez fue, a la cabecera de su hija, quién no mostraba cicatrices, quién estaba irreconocible, quién no daba muestras de reconocerle. Y no susurró en su oído el nombre que él le había puesto, sino:
-¿ Señorita Ayreis?
Y a pesar del dolor que sintió, no le sorprendió lo más mínimo que ella respondiera alarmada:
-¿Cómo sabe mi nombre?

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